Tras haber cambiado la salida para el domingo, pudimos disfrutar de un día estupendo pues la lluvia y el bochorno del sábado dieron lugar al sol y al fresquito que nos permitieron recorrer el trayecto proyectado por Argimiro a buen paso llegando a comer pronto y coger el barco a las 16:00 horas.
A quienes nos les vino muy bien la rapidez de los caminantes fue a los paseantes, que apenas tuvieron tiempo para tomar el postre, pero sí saborearon el resto de los platos y tuvieron tiempo suficiente para recorrer tanto Laredo como Santoña, que a primera hora apenas tenían vida.
Aunque no fuimos por las escaleras hasta el faro sí que conseguimos verlo perfectamente desde el barco y nos hicimos una idea de cómo son esas 763 escaleras al acercarnos hasta su inicio donde aprovechamos para tomar el tentempié y comprobar, a través de un indicador, que se trata del Faro del Caballo y no del “Faro de la Cola de Caballo”. Como curiosidad reseñar que justo el viernes se reabrieron al público tras los correspondientes arreglos por peligro de desprendimientos https://www.europapress.es/cantabria/noticia-santona-reabre-acceso-faro-caballo-20240628182602.html
Según avanzamos por el bosque, que atravesamos en el recorrido, pudimos ir disfrutando del azul turquesa que caracteriza las aguas de la zona teniendo solo que tener cuidado al acercarnos hasta el faro del Pescador pues la bajada tenía cierta dificultad. Una vez que volvimos a pisar firme nos encontramos con unas vistas impresionantes del penal del Dueso y de la playa de Berria que nos hicieron parar para tomar alguna que otra foto.
El paseo en barco además de bonito fue muy instructivo gracias a las explicaciones que el capitán del barco nos dio durante todo el trayecto que seguro muchos recordaremos, llegando a establecer un paralelismo con las dadas en su momento por el guía del museo del reloj de Infiesto. Para amortizar el billete al final a la más joven del grupo se le entrego un diploma en recuerdo de la experiencia y quien quiso pudo hacerse una foto con la gorra del capitán que tras tomar el sobao con el vino dulce varios nos atrevimos a hacer.
La visita a Santoña por los caminantes quedo reducida a la típica foto junto a las letras de Santoña, compra rápida de las anchoas y al arreglo de la avería del autocar que de nuevo perdía agua; así que, tenemos excusa suficiente para volver.
De vuelta paramos en Tenagos, donde no solo tomamos el refrigerio final sino que además aprovechamos para comprar casadiellas y/o palmeras gigantes; con lo cual, en esta ocasión, en lugar de aligerar las mochilas estas llegaron bien cargadas a casa.
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