martes, 15 de noviembre de 2022

Pandecarmen - Refugio de Vegarredonda - Mirador de Ordiales

 El pasado 5 de Noviembre, tras haberlo aplazado por las no muy buenas previsiones metereológicas, por fin, algunos miembros de este grupo, pudimos alcanzar un objetivo deseado desde hace tiempo, el Mirador de Ordiales, sin duda una de las terrazas naturales más bonitas de Asturias, además de un clásico imprescindible para todo montañero/senderista que se precie.



Esta vez, el desplazamiento, lo hicimos en coches particulares y no en autocar como es habitual. Paramos en Cangas de Onís para disfrutar del rico desayuno que siempre que vamos, nos ofrece la Confitería Covadonga. A continuación, nos dirigirnos hacia los Lagos de Covadonga y de ahí a Pandecarmen, donde dejamos los coches para iniciar nuestra fantástica aventura.

Al inicio de la marcha, íbamos todos bien abrigados, puesto que la temperatura, en ese momento, así lo requería, pero poco a poco y sobre todo, según se iba inclinando el camino, íbamos desprendiéndonos de capas, puesto que, tanto el esfuerzo como la temperatura, iban en ascenso.  Hemos tenido un día perfecto, ni frío, ni calor, ni niebla. Ésta última, nos preocupaba en los días previos ya que temíamos que apareciese y nos hiciera abortar la misión de finalizar la ruta y alcanzar el ansiado objetivo. Esta temperatura tan idónea hizo que el "repechín" continuo hasta llegar al Mirador, fuera más llevadero.

 

Durante todo el camino, pudimos disfrutar de las maravillosas vistas que siempre nos ofrecen los Picos de Europa, pero, sin duda, lo mejor nos estaba esperando arriba. Un verdadero espectáculo digno de admirar y disfrutar y que nos hizo olvidar el esfuerzo que nos había supuesto llegar hasta allí. Incluso algunos compañeros que padecen de vértigo, se olvidaron de él durante unos minutos e hicieron el esfuerzo de asomarse a ese balcón tan especial para no perderse la maravillosa panorámica que este mirador nos regala.






El camino de vuelta, en continuo descenso, ya se hizo mucho más liviano, en primer lugar, porque íbamos con la satisfacción de haber cumplido nuestra misión y en segundo lugar porque nos esperaba el merecido bocata y los dulces que siempre reparten nuestras compañeras Celia y Marisa, acompañados del "cafetín" que llevan en sus termos, Argimiro y Sagrario. Esta parada, para comer, la hicimos en las inmediaciones del refugio de Vegarredonda, donde más de uno tuvo la tentación de entrar a tumbarse en una cama y dormir una placentera siesta.











A pesar de algún tirón o calambre indeseados y de, como decía antes, el vértigo por la altura de algún que otro compañero, todos, sin excepción, acabamos la ruta muy satisfechos y con nuestras retinas repletas de imágenes espectaculares y difíciles de olvidar.



Refugio de Vegarredonda





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