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LAGO ISOBA |
El pasado 29 de Junio, disfrutamos de una divertida jornada realizando una ruta que nos llevó por paisajes espectaculares, que tuvo sus momentos de esfuerzo y de mucho calor pero también de risas...y hasta de baile bajo la tormenta.
La aventura comenzó con una parada para desayunar en Ujo, el primer contacto del día con los compañeros y la excusa perfecta para cargar energías. Después volvimos al bus para afrontar el ascenso por el Puerto de San Isidro, con destino al aparcamiento de Cebolledo. El sol ya empezaba a calentar y presagiaba un día intenso.
Con paso firme pero cada uno a su ritmo, subimos hasta el Lago Ausente (1.750 m) disfrutando durante el ascenso de las maravillosas vistas de la Sierra de Sentiles y del Puerto de San Isidro con algunos de sus picos más emblemáticos. Tras una subida un tanto exigente, alcanzamos este increíble rincón de origen glaciar envuelto en historias misteriosas. Una de ellas es "que una joven labradora, tras caer al agua, agotó sus fuerzas estirando la mano contra la orilla. Se dice que ahí brotó la “Fuente de los Cinco Manantiales”, nacida de sus dedos desesperados. Y si subes de noche, en plena luna llena, aún podrías escuchar su lamento procedente de las profundidades, llamando a quien la ayude"… A la orilla del lago, hicimos una parada para disfrutar del paisaje y tomarnos la tradicional foto de grupo con unas vistas inmejorables hacia el Pico Requejines y Pico Ausente.
La ruta, camino del Lago Isoba, continuó por bonitos senderos llenos de vegetación. En el trayecto hicimos una breve parada en una pradería para descansar y reagruparnos, aunque la falta de sombra y el sol apretando fuerte nos obligaron a acortar el tiempo de descanso. Algunos tramos del sendero estaban tan cerrados por la vegetación que convirtieron la caminata en toda una pequeña aventura.
Al llegar al Lago de Isoba nos recibió un magnífico espectáculo: un rebaño de ovejas que bajaban corriendo a refrescarse en el agua vigiladas de cerca por sus guardianes, los perros mastines. Allí algunos compañeros decidieron finalizar la ruta, agotados, como consecuencia del sofocante calor, mientras el resto continuamos y como ya iba siendo la hora de comer, nuestro objetivo era dar con un buen lugar, fundamentalmente con sombra, para ello.
Por fin, encontramos el sitio perfecto a la vera del río Porma, donde además de reponer fuerzas pudimos refrescar los pies y compartir charla, risas y los dulces caseros de Celia y Marisa.
Costó abandonar ese remanso de paz, pero había que seguir y ya quedaba poco para el final. Con las botellas de agua vacías, la llegada al área recreativa de Cofiñal y su fuente, fueron casi un premio en sí mismo. Bebimos como si lleváramos días en el desierto.
De repente y justo cuando terminamos la ruta, se desató una tremenda tormenta de granizo. Corriendo subimos al bus, para poner rumbo a nuestra última parada en Los Llanos (Aller), en el Restaurante-merendero Casa Kiko, donde el refrigerio nos esperaba, pero también algo más… ¡un buen bailoteo! Nos unimos a la fiesta y sin importar los truenos, relámpagos y la lluvia que caía, nos lanzamos a mover el esqueleto por si nos parecía poco lo que lo habíamos movido durante la caminata. Fue este, un colofón improvisado y perfecto para una estupenda jornada.
¡Gracias a todos los que lo hicisteis posible!
¡Hasta la próxima aventura!
Videorreportaje de la ruta:
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